De acuerdo a numerosos factores (genética, edad, ciclo hormonal, agentes externos), hay situaciones donde la piel normal puede tender a la sequedad o a la grasitud. Por esta razón, a muchas mujeres les cuesta reconocer qué tipo de piel tienen y en ocasiones, a la hora de tratarla, eligen rutinas y productos que no son los adecuados a su biotipo cutáneo.
La piel normal es aquella cuyas células se renuevan en forma regular dando una apariencia suave, transparente y luminosa. Es también una piel elástica.
La elasticidad está directamente relacionada con el grado de hidratación que posee la piel y el estado de las fibras de sostén. Tiene una hidratación perfecta y está regulada por la actividad de la capa basal.
Su tolerancia a los productos es muy buena y no suele descamarse. Su renovación celular es constante, por lo que se minimiza la formación de arrugas.
Te detallamos a continuación cuáles son sus principales características:
- Color rosado uniforme.
- Al tacto es muy suave, aterciopelada.
- Espesor fino.
- Lisa, sin arrugas, elástica y flexible.
- Poros cerrados y pequeños.
- Por lo general no hay presencia de manchas, poros abiertos o líneas tirantes.
- No hay brillo graso.
- Tiene una superficie lubricada y humedecida.
- Presenta una buena tolerancia a los jabones.
- Se broncea al sol en exposiciones normales y controladas.
- Resiste bien los cambios de temperatura.
Hay situaciones en que la piel es seca y grasa a la vez, ya que la distribución de las glándulas sebáceas y sudoríparas no es homogénea. En esta situación intermedia, se admite la clasificación de piel mixta como estado fisiológico cutáneo que altera las características de piel seca y piel grasa, en unas condiciones de normalidad.
Después de conocer los detalles de la piel normal, tené en cuenta que la consulta al dermatólogo es de gran utilidad para aprender a elegir los productos y tratamientos que funcionen eficazmente para vos y tu piel.