Para cuidar tu piel, lo primero que debés tener en cuenta es qué tipo de piel tenés (grasa, normal, seca o mixta). Una piel limpia es el primer paso para una piel sana.
Por lo tanto, recordá todos los días (tanto por la mañana como por la noche) realizar una limpieza facial con una leche de limpieza o con un gel de limpieza que te permita retirar las impurezas de tu piel.
Luego debés utilizar un tónico descongestivo refrescante que equilibre tu hidratación.
Y algo fundamental: empezá a usar cremas hidratantes en forma regular y elegí un producto liviano en gel, libre de aceite (especialmente si todavía tenés los granitos de tu adolescencia). Si en cambio sentís tu piel demasiado tirante y seca, te conviene utilizar cremas un poco más untuosas.
Además, es importante que empieces a intensificar los tratamientos en aquellas zonas más frágiles y propensas a tener arrugas, como el contorno de ojos, el contorno de los labios y el cuello.
Y recordá: si querés mantener un rostro joven no te olvides de usar protector solar todos los días. Lo que hagas en esta etapa se reflejará en tu cara dentro de unos años y usar protector solar es una de las claves.
