Si alguna vez pensaste que con el paso del tiempo ya no tenía sentido cuidar tu piel, te contamos que estabas equivocada. El cuidado de la piel debe ser constante, sobre todo en esta etapa de tu vida, en que la piel se ve más sensible y débil. Esta es otra de las rutinas de cuidado que ayudan a que te sientas mejor, tanto por fuera como por dentro.
Por ejemplo, exfoliar la piel hace bien ya que ayuda a eliminar las células muertas y regenerar las células nuevas, pero debés hacerlo con la frecuencia indicada. La piel se regenera periódicamente, por ello es recomendable exfoliarla 1 a 2 veces por semana, con un producto específico o con una solución casera de gránulos finos para evitar que tu piel se irrite.
También es importante mantener tu piel hidratada por las noches, ya que es en ese momento del día cuando tu cuerpo llega a un estado de máxima relajación. La respiración se tranquiliza, los latidos del corazón disminuyen, y la digestión es más lenta. Sin embargo, cuando dormís se activan los mecanismos de reparación de la piel, y es durante este momento que las células de los tejidos desempeñan con mayor eficacia sus funciones.
Entre los productos que te ayudarán a mantener tu piel joven y elástica, podés incorporar una crema hidratante corporal y una crema hidratante para manos y uñas.
Por último, siempre recordá que el cuidado de la piel es uno de esos hábitos que no debés perder (o, si no lo venías haciendo… ¡incorporar!). Porque la piel se vuelve cada vez más sensible, y ello hace que debas incrementar ciertos cuidados. Pero, es importante que sepas que todo detalle (por más mínimo que sea) ayuda a que te veas y sientas cada vez mejor.
