¡REALIDAD!
La calefacción reseca la piel. Por eso, necesitamos reforzar la humectación con cremas durante el invierno, ya que es cuando hay menos humedad. Además, el frío provoca deshidratación cutánea por la vasoconstricción de los capilares, la renovación celular se hace más lenta y se forma una capa de células muertas que aumenta e impide que la secreción sebácea llegue con facilidad a la superficie para lubricar y nutrir la epidermis, dejando la piel seca y sensible.
La sequedad producida por la calefacción conlleva a la evaporación del agua de la piel, generando pérdida de elasticidad y, en consecuencia, arrugas. En algunos casos, puede pelarse la piel por el exceso de deshidratación o incluso presentar mejillas rojas provocadas por la alteración de las paredes de los capilares debido a los cambios bruscos de temperatura.