La sudoración representa, junto a la pigmentación, los dos mecanismos de defensa que tienen nuestra piel para resguardarse de las agresiones del sol. Por eso, cuando nos enfrentamos a la radiación nuestro cuerpo pierde agua y reforzar la hidratación antes de exponernos al sol resulta indispensable. Debemos recordar consumir frutas, verduras y beber al menos dos litros de agua diarios, mantener una hidratación equilibrada por fuera aplicando diariamente una crema hidratante que se ajuste a las necesidades de nuestra piel.
Cuando la hidratación es deficiente se ocasiona un desequilibrio dérmico que trae como consecuencia la falta de elasticidad y flexibilidad. Entonces, la función barrera se altera, la piel se vuelve frágil y vulnerable a todas las agresiones, apareciendo descamaciones e irritaciones y favoreciendo al envejecimiento prematuro.